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(1)  Observadores de estrellas y observadores del Sol     

Observadores de los Cielos

Los antiguos astrónomos, especialmente los sacerdotes de Egipto y Babilonia, países semidesérticos, donde los cielos raramente están nublados, estaban fascinados por el dosel tachonado de estrellas que parecía arquearse sobre sus cabezas y por el ciclo diario del Sol, el cual parece ser sobrenatural, más allá del entendimiento. El antiguo autor del Salmo 19 escribió:


  • Los cielos pregonan la gloria de Dios,
    y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    El día transmite el mensaje al día,
    y la noche a la noche transmite la noticia;
    No son discursos ni palabras,
    ni su voz se puede oír.
    Su pregón sale por toda la tierra,
    y sus palabras llegan hasta el confín del mundo.
    Puso en ellos una tienda para el sol,
    el cual, semejante al esposo que sale de su tálamo,
    se recrea, como un atleta, corriendo su carrera.
    Sale de un extremo de los cielos,
    y su curso llega hasta el otro extremo,
    sin que haya nada que a su ardor escape.



Este, Oeste, Sur y Norte

¡ Imagine que fuera uno de los antiguos observadores celestes de Babilonia!. Vive en una llanura y, hasta donde puede ver, el mundo a su alrededor es plano (sólo cuidadosas observaciones de la superficie de los océanos sugieren algo diferente - ver la sección #8). Su visión está limitada por el horizonte, una línea imaginaria que le rodea totalmente a una distancia de unos pocos kilómetros, o el equivalente en las unidades de medida que usaran los babilonios.

    Observando un día tras otro, nota que el sol siempre sale más o menos en la misma dirección, que llama Este. Se pone en la dirección opuesta, que llama Oeste. En medio, el sol se eleva formando un largo arco, y su punto más alejado del horizonte, a medio camino entre la salida y la puesta, está en una dirección que llama Sur. Finalmente, la dirección opuesta al Sur será el Norte.

    Cuando el sol está cerca del horizonte, poco después de la salida o poco antes de la puesta, un palo o una viga vertical lanzará una larga sombra. En el punto más alto del movimiento del sol, cuando este está en el sur, la sombra tendrá su tamaño más corto. El momento en que esto ocurre está a medio camino entre la salida y la puesta, y le llamamos mediodía o "el mediodía solar", porque "el mediodía según el reloj" puede ser diferente. Después del mediodía las sombras de nuevo crecen en longitud, a medida que el sol baja hacia el horizonte.

    Como la sombra siempre apunta en dirección opuesta al sol:

    • Al amanecer, con el sol en el Este, apunta hacia el Oeste.
    • Al mediodía, con el Sol en el Sur, apunta al Norte.
    • A la puesta, con el Sol en el Oeste, apunta hacia el Este.

Ese es el principio del reloj de sol, discutido en la sección #2a.

Las sombras más cortas durante el día
indican la dirección del Norte.


    Suponga que observa al Sol salir y meterse día tras día. Utilizando como marcas algunas características en el horizonte -árboles, casas, etc.- pronto se da cuenta que los puntos donde el Sol surge y se pone no son siempre los mismos, sino que se desplazan semana tras semana. Por otro lado, la dirección Sur donde el Sol está más alto sobre el horizonte no cambia, ni tampoco lo hace ese Norte, al que apunta la sombra más corta del día. Debido a que esas direcciones están fijadas, es mejor elegir como "verdadero" Este y Oeste aquellas direcciones que son perpendiculares a la dirección Norte-Sur. Sólamente dos veces cada año la salida y la puesta del Sol están exactamente en esas direcciones, pero ayudan a medir y comprender lo que sucede en el resto del año.

Las Estaciones del Año     

    Incluso en Babilonia el año tiene estaciones: los inviernos son fríos, los veranos son secos y tórridos. Como ya se ha señalado, dos veces al año, a medio camino entre el verano y el invierno, el Sol se asoma exactamente por el Este (como se definió más arriba) y se oculta exactamente por el Oeste (bueno, casi exactamente, en ambos casos). Nosotros ahora sabemos que en los días es que esto ocurre, el día y la noche son muy iguales en longitud, y ese momento del año es denominado, por tanto, "equinocio". Un equinocio acontece en el otoño ("equinocio de otoño") y el otro en la primavera ("equinocio de primavera"). (NOTA del AUTOR: "-ver-" es una raíz latina que significa "primavera").

    Según avanza el otoño hacia el invierno, la localización de la salida del Sol se mueve hacia el Sur, al igual que la localización de la puesta. La pendiente de la curva trazada por el Sol no cambia, ni lo hace la velocidad con la cual el Sol parece moverse por ella, pero la longitud de la curva sí que cambia, se hace más corta. Alrededor del 21 de diciembre -el solsticio de invierno-, a medio camino entre las fechas equinociales (típicamente, el 23 de septiembre y el 21 de marzo), la salida y la puesta del Sol están tan lejos del Sur como pueden estarlo. Como resultado, el Sol realiza su recorrido más corto del año, el día es el más corto y la noche es la más larga. Otros días de la estación son también cortos, lo cual explica el tiempo más frío en invierno.

[IMAGE: The apparent path of the Sun across the sky]
El camino aparente del Sol a través del cielo.
En verano, el camino del Sol es más largo, y por eso lo son también los días.
En invierno el recorrido del Sol es más corto, así como también los días.

    Tras ese momento, los puntos de salida y puesta del Sol migran hacia el Norte de nuevo, y los días se alargan. Esta emigración continúa más allá del equinocio (cuando está en su momento más veloz), y el Sol cruza el horizonte lo más alejado posible hacia el Norte alrededor del 21 de Junio, el "solsticio de verano" (celebrado en algunas culturas como "el día de mitad del verano"), el día más largo del año junto a la noche más corta del año. Después de eso, los días se acortan nuevamente a medida que la puesta y la salida migran de nuevo hacia el Sur. Los largos días del verano, por supuesto, se corresponden con el tiempo cálido del verano. La razón de este comportamiento se detallará en la sección #2 y en la sección #3.

Elevación del Sol    

    La longitud del día no es la única razón por la que los veranos son cálidos y los inviernos fríos. Otra es la elevación del Sol sobre el horizonte. Cuando el Sol está cerca del horizonte, no sólo las sombras que proyecta son estiradas a una gran longitud, sino también su iluminación. Cualquier rayo de luz solar se extiende entonces a lo largo de una mayor distancia sobre el suelo, diluyendo su calor en un área mayor. El Sol de mediodía en invierno está bajo en el cielo, y su calentamiento es menos pronunciado, mientras que el Sol del verano puede estar casi sobre nuestras cabezas, calentando el terreno de una manera mucho más efectiva. Esto se discutirá más tarde en la sección #3a.

    Los sacerdotes babilonios, que siguieron estos cambios regulares de salidas y puestas de Sol, pronto se dieron cuenta que les suministraba un preciso modo de medir el paso de las estaciones. Contaron los días entre solsticios y equinocios, y de aquí nació el primer calendario. Fue de gran ayuda para los agricultores, indicándoles cuándo debían prepararse para sembrar, cuándo podían esperar lluvia propia de la estación, y en Egipto, cuándo esperar la inundación anual del río Nilo, que fertilizaba la tierra. Como se describirá en la sección #6, otras culturas también tuvieron sus astrónomos y desarrollaron calendarios propios, es probable que de una forma parecida.


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Author and Curator:   Dr. David P. Stern
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Spanish translation by J. Mendez and F.Pz.Guinea / fepegui2(símbolo arroba)yahoo.es

Last updated: 10 September 2003